En este tercera semana de Cuaresma, y ya con la sensación certera de que el tiempo es cada vez más efímero y la presencia de Dios por las calles será inminente, me acerco a Tí, Nazareno de mi devoción y me postro ante tus plantas en oración y petición.
Y te pido por las necesidades de la gente que más sufre, y te pido por la salud y el trabajo de mi gente, y por mis hermanos, y por tu Cofradía que tanto te quiere, aunque a veces el letargo y las comodidades nos hagan olvidar el sentido real y puro de nuestro ser cofrade. Y te pido por tu pueblo, el que tanto te ha dado la espalda en algunas ocasiones, para que lo ampares siempre y lo bendigas con tu mano a tu paso por sus oscuras calles de tu eterna Madrugá.