Cuando ya llega el final de la Navidad, fiesta que si bien ha ido perdiendo un poco su verdadero significado, no deja de ser un momento del año en que los valores tradicionales y las buenas acciones se convierten en algo cotidiano (y sobrenatural en otra época del año), la Epifanía del Señor aparece ante nosotros, cofrades y cristianos, como momento muy importante y que da sentido a nuestro ser.
La adoración de los Reyes, momento en que se reconoce a Jesús como verdadero Rey de Reyes, del que emana su Gran Poder, no deja de ser más que el referente de los cofrades que veneran a sus imágenes titulares, dándoles lo mejor que tienen y el cariño y su sincera devoción a lo largo de siglos.
No podemos de todas formas olvidar, para no perder el norte, que Cristo, en su inmenso Poder, nació pobre y humilde en un pesebre, sin necesidad de grandes comodidades y hospedajes, y con las humildes ofrendas de los pastores que corrieron a adorarlo tras el anuncio de la Buena Nueva.
Que estas fiestas nos sirvan para reencontraros con Jesús, disfrutarlas en familia, y cargar las pilas para el duro año que todos afrontaremos.
Aprovecho para felicitaros las fiestas, y un año nuevo cargado de ilusiones. Y que los Reyes Magos sean generosos con los que lo merezcan.
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